domingo, 13 de febrero de 2011

Cuquijuegos rusos

Como sea que el concepto de lo cuqui se manifiesta entre nosotros de una manera tan eterea, tan difusa y de tan difícil teorización; como sea que todo intento de elaboración franca de un modelo general que englobe al conjunto completo de todos los casos cuquimórficos posibles ha fracasado con estrépito hasta ahora, obteniendo por resultado el más absoluto de los bochorno, nuestro equipo de investigación, liderado por el Profesor emérito Pachi Tapiz y auxiliado, de momento, por la experta en cuquiciencias de la educación, Ana, y el erudito en chismes, rumores y medias verdades, Alan Moore, va a trabajar con denuedo por implementar un protocolo de acercamiento al problema en cuestión más sesgado, más diagonal y más ladino que los utilizados en ensayos precedentes. En lugar de pretender obtener primeramente, como ha sido norma hasta el momento, los parametros comunes a todo lo cuqui de forma que permitan la ansiada elaboración teorética del concepto, elaboración que después, una vez homologada, pueda servir como herramienta metodológica para el reconocimiento de todo aquello que cumple con los requerimientos oportunos de la cuqueidad, nosotros trataremos, por contra, de listar primero, caso por caso, el conjunto integro de los cuquifenómenos para sólo una vez catalogados y archivados en su totalidad atrevernos a emprender la labor teorizadora.

Para nuestro empeño contamos ya con el registro de un primer accidente de lo cuqui, en este caso el cuquiperro que reporta en su investigación mañanera la experta Ana. Yo voy a añadir ahora una serie de prácticas lúdicas desarrolladas por jovenes, adolescentes y niños rusos que sin duda merecen figurar como logradas manifestaciones del cuquijuego.

Como primer ejemplo de cuquijuego aquí tenemos el tradicional -quién no lo ha jugado de pequeño- salto al vacío desde la azotea de un edificio:



Hay que reconocer que no hay nada más cuquidivertido que sentir en el rostro el viento helado de la caída, apenas interrumpido por el abrupto tacto de la mullida nieve. Ah, pero como no siempre es posible acumular la nieve suficiente para cuquijugar al salto al vacio, la inteligencia infantil ha acuñado variantes en las que se prescinde del anievizaje. Después de todo, la esencia de la diversión reside en la sensación de vuelo sin motor. Veámoslo:



Cómo se lo monta la cuquipeña esta. Aunque hasta ahora sólo hemos reportado cuquijuegos de acción, también existen diversiones idoneas para aquellos con un carácter un poco más contemplativo. Nada como disfrutar de una buena vista en compañía de los amigos:




O de una sesión de ejercicios físicos al aire libre:



Cuquitástico!!!

3 comentarios:

  1. Los juegos que propones de lo más cuqui, geniales. Tomaré nota.

    cuiquibesos!!

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  2. Además son la mar de didácticos y van muy bien como dinámicas de grupo en clase.

    Cuquibesos cuquiados.

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  3. Sí señores, lo primero es intentar definir el cuquiconcepto de lo cuquicuqui. Si no puede ser de un modo, habrá que hacerlo por extensión (como los conjuntos). En eso estamos.

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